miércoles, 28 de diciembre de 2016

The Oil Crash: año 11

Evolución del hielo marino global a lo largo de diversos años

Queridos lectores,

Hace 11 años ya que la producción de petróleo convencional llegó a su máximo efectivo (leve y brevemente superado en 2008) y desde entonces el mundo entró en una nueva época, la del petróleo difícil de conseguir, la de la economía global disfuncional, aunque a los líderes económicos y políticos les cueste reconocerlo. Durante todo este tiempo se ha intentado compensar el estancamiento (y últimamente el declive) de la producción de petróleo convencional introduciendo otros hidrocarburos líquidos, no convencionales, que se parecen más o menos al petróleo (aunque no puedan replicarlo en todos sus usos). Estos "petróleos no convencionales" han introducido un montón de nuevos problemas, no sólo por su repercusión ambiental sino también por su baja rentabilidad, que ha arrastrado a las compañías productoras a los números rojos incluso mientras el petróleo fue caro (hasta 2014). Pero incluso con esos malos sustitutos, la producción total de hidrocarburos líquidos más o menos asimilables a petróleo (lo que en un abuso de notación se conoce como "todos los líquidos del petróleo") probablemente llegó a su máximo absoluto histórico el año pasado - aún faltan un años para saber si 2015 marca realmente ese valor máximo, aunque en todo caso la cifra de 2015 no será nunca superada de manera significativa, y la fecha del inicio del declive terminal no puede estar demasiado lejana.

Una vez más, en este post hago un recorrido por determinadas noticias que durante este año han marcado la cada vez más difícil relación entre energía, economía y sociedad en un mundo que se ve enfrentado a una progresiva escasez energética y de recursos. En los medios de comunicación y en el lenguaje de los expertos, este nexo es sistemáticamente ignorado o ninguneado, y por ese motivo veo especialmente relevante este post, para como mínimo motivar una pequeña reflexión fuera de las veredas más comúnmente transitadas.

He aquí, por fin, la relación de eventos que he destacado este año.

- El precio del petróleo no sube: Después de 3 años (2011 a 2014) de precios históricamente elevados, el elevado precio de los hidrocarburos líquidos motivó un significativo descenso de la demanda que llevó a una drástica bajada del precio (un ciclo más de la espiral de destrucción de oferta - destrucción de demanda de la que ya hemos hablado). A pesar de que los bajos precios del petróleo debían estimular un rápido crecimiento de la demanda, lo cierto es que la demanda no se ha recuperado tan rápido como esperaban muchos analistas. La razón tiene mucho que ver con la progresiva devaluación interna de las clases medias en Occidente y la incapacidad de hacer crecer el consumo de masas de manera persistente. Al final, por tanto, la demanda destruida no se ha recuperado con la celeridad esperada. También ha contribuido a postergar la subida de los precios el hecho de que durante 2014 y 2015 los stocks (la cantidad de petróleo almacenada por estados y empresas) ha llegado a niveles históricamente elevados, y hasta que tal stock no sea evacuado el precio se mantendrá bajo aún un tiempo.

Gráfica del último Oil Market Report de la Agencia Internacional de la Energía

 

- Las compañías petroleras desinvierten agresivamente de la exploración: Los costes de exploración y desarrollo de nuevos yacimientos y explotaciones de hidrocarburos líquidos se multiplicaron por tres, en términos reales, en el conjunto de la industria del petróleo y el gas desde el año 2000 hasta el año 2014. Lo cual es lógico, porque desde 2005 una proporción cada vez mayor de estos hidrocarburos líquidos provienen de explotaciones no convencionales, mucho más costosas. Desde 2011 al 2014, a pesar de tener un precio del barril de petróleo por encima de los 110$, las 127 mayores compañías de petróleo y gas del mundo perdieron en su conjunto más de 100.000 millones de dólares al año. Desde agosto de 2014 y hasta ahora, con un precio a penas por encima de los 50$ por barril, la sangría se ha hecho mucho más grande. No es de extrañar así que quiebren dos o tres compañías pequeñas o medianas cada semana. Tal sangría ha llevado a las grandes compañías a tomar una decisión drástica, y desde comienzos de año han disminuido sus gastos en exploración y desarrollo de manera taxativa, en un movimiento que tiene más de lucha por la supervivencia que de estrategia a largo plazo.


Ahora mismo, la trayectoria que sigue la industria es prácticamente de barrena: ya explicábamos al analizar el informe anual de 2016 de la Agencia Internacional de la Energía que si no se cambia rápido esta tendencia, durante 2017 se tendrían que aprobar nuevos proyectos a un ritmo nunca visto históricamente. 



Dada el lapso de tiempo que pasa entre que se empieza un proyecto y se empieza a vender la primera gota de petróleo, la actual desinversión garantiza una caída bastante rápida del suministro de petróleo dentro de unos pocos años. De hecho, por primera vez en un informe anual la Agencia Internacional de la Energía nos ha mostrado qué es asomarse en este abismo, y aún así lo ha edulcorado bastante para que no se vea toda su profundidad.

  

La destrucción de Alepo
- La guerra de Siria: Entre tanto, en Siria se continúa librando una guerra confusa al servicio de intereses no declarados. No casualmente el terreno en disputa, donde se asienta el fantasmagórico Estado Islámico, toma buena parte no sólo del Kurdistán sirio sino también del irakí, donde están algunas de las últimas reservas de petróleo no completamente explotadas del mundo y eterno Eldorado por el que suspiran los principales asesores energéticos del mundo. Mientras las dos principales potencias mundiales, EE.UU. y Rusia, libran una partida de ajedrez, apoyados localmente por otras potencias regionales (Arabia Saudita, Turquía e Irán), la guerra sigue cobrándose su implacable precio de vidas humanas y de destrucción salvaje, sin que en Occidente la ciudadanía se pregunte sobre las causas reales del conflicto y si realmente tanta muerte y miseria merece la pena. Entre tanto, otras guerras por el control de los recursos, ya sea su producción o su distribución, o simplemente restos de guerras anteriores, siguen librándose en cada vez más rincones sin que gocen ya del foco mediático: ¿Quién se acuerda de Ucrania? ¿De Sudán del Sur? ¿De Malí? ¿Llegó por fin la paz y la democracia a Egipto?

Tropas españolas destacadas en Malí
- Y otras guerras que vienen: La tensión creciente de un mundo escaso de recursos para la ambición de unos pocos que siguen creyendo que se puede crecer indefinidamente en un planeta finito hace que 2016 haya sido una nueva vuelta de tuerca en el crecimiento de tensiones internas que acabarán derivando, si nadie lo remedia, en guerra abiertas, ya sea civiles, ya sea con los países vecinos. El caso de Nigeria es paradigmático, pues la situación de guerra civil es casi un hecho allí. La lista de otros países donde la tensión va creciendo por problemas diversos (problemas entre los que destaca pero no es el único la escasez de petróleo o gas) es muy extensa. Destacaré solamente tres por las implicaciones que tienen para España. Por un lado está el caso de Argelia, donde la caída de ingresos por la venta de petróleo y gas acerca al país a un escenario de guerra civil, y si la división fuera suficientemente profunda podría alentar a países europeos, particularmente España y Francia por sus intereses gasísticoS, a intervenir sobre el terreno. Por otro lado, tenemos el caso de Malí (y Níger), del cual ya tratamos con cierto detalle la intervención militar francesa. Por último, es especialmente doloroso el caso de Venezuela, país cuya producción de petróleo está en un compromiso más serio de lo que se podría deducir de las estadísticas oficiales debido al hecho de que más de una tercera parte del total es petróleo extrapesado de la franja del Orinoco, el cual tiene un rendimiento económico y energético muy bajo y por tanto ayuda poco a la economía nacional. Diversos factores sobre el terreno están contribuyendo a llevar a Venezuela en una dirección cada vez más peligrosa, en la que ninguno deseamos que vaya.

- El problema de los refugiados: La contrapartida de las guerras cada vez más intensas en Oriente Próximo (lugar, por cierto, donde se produce la mitad del petróleo del globo) está llevando a un volumen de desplazados como el mundo no había visto desde la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de esos refugiados intentan entrar en la opulenta Europa, pero ésta es reacia a aceptar a los cientos de miles que huyen del horror y la muerte. La solución, por omisión o deliberada (a veces es difícil distinguir), es el confinamiento de esos centenares de miles de personas desesperadas en campos de refugiados, generalmente militarizados para que no escapen (cosa que los hace no tan lejanos a los antiguos campos de concentración para prisioneros de guerra). El año que ahora acaba ha visto cómo estos campos han incrementado su número y población, gracias sobre todo a un vergonzante acuerdo que la UE ha suscrito con Turquía. Con todo, la solución será como intentar poner una tirita en el muro agrietado de un embalse, si las guerras y revueltas continúan extendiéndose por Oriente Medio y el Norte de África. La creciente concienciación del ciudadano medio europeo ante el drama y la injusticia que están viviendo los refugiados necesitaba algún antídoto para evitar que éstos forzasen a sus gobiernos a tomar medidas humanitarias expeditivas tales como abrir las fronteras, y de este "antídoto" 2016 ha tenido también varias dosis.

- 2016, año de atentados indiscriminados: A rebufo de los ataques de París de noviembre de 2015, 2016 se ha visto trufado por una serie de atentados atribuidos a fanáticos islamistas, más o menos afines al Estado Islámico. Algunos han requerido el uso de armas y explosivos y un mayor nivel de preparación, al menos material (como el atentado del aeropuerto de Bruselas o el tiroteo en un pub gay en Orlando), pero para otros se han utilizado medios más sencillos sin ser por ello menos efectivos (como los atropellos múltiples, camión de gran tonelaje mediante, de Niza o Berlín), amén de un goteo de ataques "menores" (si se puede decir tal cosa) en los que un número reducido de personas fueron apuñaladas por algún energúmeno que se creía en la legitimidad para hacerlo. Todos estos atentados han sido mediatizados por algunos para crear una cierta psicosis colectiva que permita seguir recortando libertades individuales (recordemos que en Francia se ha extendido el estado de emergencia seis meses más) al tiempo que se demoniza convenientemente a los refugiados, para así despojarlos de su Humanidad y hacer aceptable sus deplorables condiciones actuales. Tal proceso es peligrosísimo, pues puede acabar creando una retroalimentación positiva, de modo de un grupo creciente de excluidos y desplazados asuman su rol de parias y enemigos de Europa, arrastrándonos a una verdadera guerra civil.


- Crisis global de legitimidad del establishment político: Si algo ha marcado el año 2016 es la sucesión de sorpresas políticas cuando se le ha preguntado al pueblo llano sobre sus preferencias en temas de los cuales, por algún motivo, era moneda común asumir cuál era el resultado correcto. Primero fue el Brexit, después la victoria de Donald Trump en las presidenciales americanas, y por último la derrota de Mateo Renzi en el referéndum sobre la reforma constitucional italiana. En todos los casos (aunque en los medios cueste de reconocer) se daba por hecho que el pueblo votaría "lo que se debía", en todos los casos las encuestas avanzaban la victoria de "lo que se debía", y en todos los casos el electorado ha elegido la opción rupturista (lo más rupturista de entre lo que se le ofertaba). Todas estas votaciones reflejan lo que cada vez más parece un clamor en Occidente: que el ciudadano de a pie no se siente representado por un poder político que es percibido como demasiado supeditado (cuando no directamente comprado) por el poder económico; y la clase media, en pleno proceso histórico de hundimiento, busca con desesperación opciones que le ofrezcan alternativas mejores que simplemente resignarse al plan impuesto por las élites para capear el descenso energético, consistente en que los más tendrán cada vez menos mientras que los menos tendrán, a pesar de la caída global, aún más. Es tal la ceguera oficial ante un proceso, por lo demás completamente lógico y evidente, que por más que se multiplican los signos por doquier no se quiere aceptar. El populismo avanza y la desesperación de las masas empuja a Occidente en una nueva dirección. Si al final esta dirección seguirá la ruta que se pretendía marcar, hacia el totalitarismo, u otra diferente, es una cosa todavía por dirimir.

- También en España el descrédito político sigue creciendo: Este año ha sido de auténtico vodevil, con la repetición de las elecciones de diciembre de 2015 en junio de este año. El país ha estado prácticamente un año sin renovar el Gobierno y con una legislatura completamente estéril. El partido tradicionalmente de izquierdas, el PSOE, continúa en la ruta segura de su hundimiento secular, probablemente acelerado por la poca honrosa (y poco democrática) defenestración de su líder. El partido dicho de izquierdas de nuevo cuño, Podemos, o toda la constelación de fuerzas que más o menos se agrupan detrás de ese nombre, no ha sabido aún capitalizar la debacle del PSOE, en parte por sus tempranas y hueras luchas internas (fruto, posiblemente, de la indefinición inicial de su proyecto político). En este contexto, el conservador PP ha conseguido revalidar el Gobierno, aunque sea en minoría, gracias a un no demasiado noble apoyo de un PSOE (apoyo que puede costarle aún más votos al centenario partido). Como ven, todo un galimatías político y una opereta, que refleja la pérdida de fronteras bien definidas entre las diferentes opciones políticas y un exceso de TINA (que podría ser traducido en español castizo como: "Esto es lo que hay"), con el hartazgo del electorado en aumento. En el extremo oriental de la península ibérica, el Govern de Cataluña opta decididamente por la vía separatista, aunque envía mensajes contradictorios, a veces acelerando el denominado "Proceso", a veces ralentizándolo, aunque la desafortunada tendencia del ejecutivo nacional a judicializar asuntos que más valdría tratar políticamente pueden acabar precipitando la balanza del lado de la independencia.


- La transición climática: Y mientras los expertos miran con preocupación la evolución del mercado de materias primas, mientras las guerras se multiplican, mientras el drama de los refugiados arrecia, mientras los atentados rompen el aparente orden apacible occidental (sobre todo, en lo que respecta a la multiculturalidad) y mientras el descrédito político ocupa todas las tertulias, un fenómeno de alcance global que puede poner en jaque a toda la Humanidad continúa su curso impasible, siendo el foco de atención de muy pocos. Los últimos meses han sido los más cálidos desde que hay registros y este año, por primera vez desde que consta, la cobertura de hielo marino del Ártico y del Antártico están al mismo tiempo por debajo de los mínimos propios de la época. No hace tanto, los años en los que el hielo ártico avanzaba el antártico retrocedía y viceversa. Ahora ya no. Como muestra la gráfica que abre el post, la cobertura global de hielo marino se separa completamente de la evolución de los últimos años; no es simplemente la paulatina disminución de la superficie marina helada, este año algo ha cambiado de manera radical. Alguna cosa del sistema climático está experimentado un cambio de fase, un cambio de comportamiento, y las consecuencias son impredecibles: el mundo podría cambiar para siempre. O para lo que le resta a la Humanidad sobre este planeta, que para el caso, para nuestro caso, es lo mismo.

Salu2,
AMT

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